* Félix Miranda Quesada
MasterMind Coach
Nuestro bienestar y el de los nuestros, es primero
En mi cotidianidad y en mi relación con diferentes personas, de distintas profesiones y oficios, lo confirmo, no estamos del todo bien. Y, me refiero a distintos aspectos de nuestra vida, incluso el económico; sin embargo, éste no es el más importante al que me referiré en este artículo.
Mis actividades laborales, profesionales y educativas me obligan a relacionarme continuamente con personas de distintas profesiones y oficios quienes trabajan en distintas instituciones públicas y empresas privadas; y hasta por cuenta propia. Empleados de la educación, de la salud, empleados bancarios, y muchos otros, lo sufren a diario. Las quejas son siempre las mismas: estrés, depresión, gastritis, migraña, dolor de cabeza, presión alta, problemas del corazón, y, los casos menos deseables y más alarmantes, intervenciones quirúrgicas por enfermedades graves; las causas: salarios míseros y ruinosos, excesiva carga laboral, leyes irracionales que perjudican nuestro pequeño patrimonio. Pero, esto no termina aquí. Estoy seguro que usted que me lee, es testigo de lo que afirmaré a continuación: son muchas las personas que en los últimos días hemos visto morir muy jóvenes, producto de ataques del corazón, derrames cerebrales, tumores y otras enfermedades que nos parece inconcebible para sus edades. Eso, sin duda alguna altera aún más nuestro bienestar por esas pérdidas irreparables.
Las víctimas
Usted y su familia son las víctimas inmediatas del malestar causado por un enemigo común que se burla de nosotros todos los días y que, parece, no logramos identificar sino, más bien, lo confundimos con quienes no son nuestros enemigos. Y es que, en el transitar de la vida, ante los obstáculos y adversidades que encontramos en el camino, ante las enfermedades y dolencias, el estrés y la depresión, nuestra reacción inmediata es, lamentable decirlo, contra nuestra familia, esposa, esposo, hijos; contra nuestros colaboradores, colegas, estudiantes, profesores y podríamos continuar, a quienes consideramos nuestros enemigos; pero lo cierto es que, casi siempre es, contra quienes no son culpables de nuestros “males”.
Quién es nuestro enemigo
Aquí llegamos al punto clave de nuestro comentario. ¿Quién es, ese enemigo que nos causa tantos males, incluso la ceguera para ver en nuestros seres queridos, familiares, amigos y compañeros, a los causantes de nuestros males? Pues, en mis reflexiones, diálogos y estudios realizados, la conclusión es que, su enemigo y el mío, nuestro enemigo y causante de nuestros males, es un sistema. Sí, un sistema compuesto por subsistemas iguales de perversos. Es un sistema político dominante que impone leyes salariales ruinosas, cargas laborales que rayan con la explotación, trámites burocráticos que no nos permiten desarrollarnos como emprendedores, sistemas financieros que nos explotan con altas tasas de interés para que otros tengan salarios que, usted necesitaría hasta año y medio para ganar esas cantidades y otros vulgares privilegios, normas relacionadas con la salud que nos obligan a hacer filas desde la madrugada en clínicas, que nos hacen ver morir familiares en los pasillos de los centros de salud, que nos hacen tener que esperar durante años para una cita.
Entonces, identifiquemos y combatamos al enemigo común
Entonces, no son nuestra familia, nuestros amigos, nuestros colaboradores, nuestros estudiantes, ni las personas que nos encontramos a diario por las calles mientras caminamos o conducimos, los causantes de nuestros problemas; no, no lo son. Ya lo sabemos, es un sistema. Sí, un sistema perverso, malévolo y la lucha debe ser contra él y no contra nuestros más cercanos. Nuestra lucha debe ser contra ese sistema que daña nuestra economía, nuestra salud, que nos impone cargas laborales que destruyen nuestra salud e incluso, nuestra comunión familiar. Unámonos con aquellos, con quienes tenemos en común muchas cosas bellas y también las no muy bellas, los males causados por nuestro enemigo.