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No permitamos que nuestra vida se desperdicie
Por: Félix Miranda Quesada (*)
Grupo Miranda – Consultores Empresariales
Muchas personas no podemos negar que nuestra vida, en muchas ocasiones, es desperdiciada o mal aprovechada, en detrimento de nuestra calidad de vida y también la de nuestros seres queridos.
Si hacemos una evaluación en retrospectiva de los logros obtenidos todos los días, quizás nos sorprenderíamos de los resultados de dicha evaluación. Observemos algunos resultados típicos, resultado de un análisis superficial, hecho eso sí, con honestidad y a la vez, siendo duros con nosotros mismos. Las revelaciones o auto revelaciones podrían dejarnos atónitos. Extiendo todo mi respeto y admiración a aquellos lectores y aquellas lectoras que sacan el máximo provecho de sus vidas pero que, lo hacen disfrutándolo, o sea, lo hacen con inteligencia, capitalizando para disfrutar cada día de una mejor calidad de vida.
Si tomamos en cuenta que son ocho horas generalmente aceptadas para dedicarlas al descanso, a un sueño reparador, concluiríamos que nos quedan dieciséis horas diarias para el resto de actividades diarias o, lo que es igual, ciento doce horas a la semana.
Preguntarnos, si estamos sacando el máximo provecho de esas ciento doce horas podría sernos de gran utilidad, una vez obtenida la respuesta.
Imaginemos que dedicamos por lo menos tres horas diarias a las comidas y otras actividades relacionadas, aún contamos con trece horas diarias, lo que equivale a noventa y un horas a la semana. Aún disponemos de noventa y un bellas horas a la semana para realizar grandes cosas provechosas para hacer de nuestra vida, una llena de disfrute, satisfacción y éxito.
¿Has valorado esto? Después de utilizar setenta y siete horas a la semana entre descanso, alimentación y otras actividades, aún nos quedan noventa y un horas. Probablemente, muchos no nos hayamos puesto a pensar en esto, o quizás no teníamos ni la mínima idea de lo anterior. Seguramente que muchos de nosotros, no lo hayamos hecho.
Si tomamos en cuenta que la mayoría de las legislaciones exigen un mínimo de ocho horas de trabajo por día, lo que nos da un total de cuarenta y ocho horas a la semana, aún nos restan cuarenta y tres horas semanales de ‘capital de tiempo’.
Ahora, tomemos de esas cuarenta y tres horas, trece horas a la semana, en movilizarnos a nuestro trabajo y realizar otras actividades propias del hogar y familiares; nos queda disponible la nada insignificante cantidad de treinta horas semanales.
Distribución
del tiempo semanal
No me respondas, pero ¿Qué hemos hecho con esas treinta horas durante, 20, 30, 40, 50 o más años? No me respondas ¿Podrías explicar sin ningún remordimiento, el uso que le has dado a esas treinta horas semanales?
Ahora que estás haciendo este análisis, ¿te sientes satisfecho con el uso que has hecho de tu tiempo? O ¿habremos desaprovechado de manera lamentable ese tiempo? Tranquilo, tranquila, no te preocupes. Siguiendo al Rey bíblico Salomón “…aún hay esperanza para el que está entre los vivos”. Sí, aún podemos tomar conciencia del uso que le estamos dando a nuestro tiempo y, si estás satisfecho con él, enhorabuena y, si por el contrario, crees haber descubierto algo importante, debes tomar acción y aprovechar tu tiempo de la mejor manera de aquí en adelante.
Para sacar el máximo provecho de ese artículo, pondremos un poquito más dramática la situación. Treinta horas a la semana equivalen a mil quinientos sesenta horas al año. Sí, hiciste bien el cálculo, sesenta y cinco días en el año. Bonita cifra ¿verdad?, que bien aprovechada nos ayudaría (a los que no lo hubiéramos logrado) a tener un mejor estilo de vida, con mayor libertad financiera y, tal vez, ahora sí, con derecho a utilizar esas treinta horas a nuestro gusto.
Tal vez tu caso no sea tan extremo, quizás no sean treinta horas, que tal un poco menos, ¿50%?, ¿40%? ¿20%? No importa. Lo que importa es darnos cuenta y tomar medidas, si se quiere, drásticas, con nosotros mismos.
Bueno, en realidad el propósito de este artículo es descubrir una realidad generalizada. Hace dos días escuché a una estudiante de secundaria decir que, hace trece años se retiró del colegio y se preguntaba ¿Qué o quién fuera yo hoy? En realidad es difícil saberlo, pero existe una gran probabilidad de que estaría disfrutando de algunos beneficios mayores y ya no tendría que estar acudiendo a clases. Observemos que, en este caso, lo importante es que esa joven-señora reaccionó y dentro de un año y medio más, será bachiller de secundaria.
Tal vez no podamos tomarlo tan literalmente, pero aquel viejo refrán que reza “El tiempo perdido hasta los santos lo lloran” tiene ese toque de sabiduría popular, de la que nuestros antepasados supieron sacar provecho.
Solo me resta decirte que mires a tu alrededor, investigues, preguntes y capitaliza toda idea, estrategia, herramienta y
recurso que te permita aprovechar al máximo tu tiempo.
Debo aclararte, de manera determinante que no se trata de extenuarnos, de extralimitarnos; es decir, no se trata de pasarse al otro extremo, te puedo asegurar que, cuando esto ocurre, tampoco lo estamos aprovechando; solo se trata de APROVECHAR BIEN NUESTRO TIEMPO. Y si ya los has hecho, quizás de mejor manera que el que esto escribe, déjame decirte que, de todo corazón TE FELICITO.
A propósito, debo confesarte que este último párrafo lo he escrito porque creo que, extralimitarme, fue mi caso hasta hace aproximadamente dos años. No quiero que a ti te pase igual, y te veas presionado por la vida, pero tampoco quiero dejar de aconsejarte para que, dentro de todos los límites permitidos, social, económica y legalmente, le saques el mayor provecho a ese bellísimo recurso que Dios nos ha dado: el tiempo.
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(*) Contador Público Autorizado
Administrador de Empresas
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